3 Mentiras de el Evangelio de Prosperidad
“El evangelio de la prosperidad es una etiqueta que se utiliza para describir la popular enseñanza de que los cristianos que ponen su fe en Dios y sus promesas recibirán prosperidad en sus finanzas, salud, y cumplirán sus objetivos de vida.” (Cole Brown, 3 razones para rechazar el evangelio de la prosperidad, 3 Abril, 2019.)
Mi padre es pastor de una iglesia sana en Russellville, AL (Iglesia Aliento de Vida). Dios ha sido bueno en preservando su iglesia mientras muchas iglesias evangélicas en la ciudad de Russellville han sido engañadas por el evangelio de prosperidad, y lo predican. Mi deseo es ver a muchos hispanos entrapados por las mentiras de el evangelio de prosperidad ser rescatados por el evangelio verdadero de nuestro Señor Jesucristo (1 Corintios 15:1–4; Gálatas 1:6–9).
Aquí hay tres mentiras de el evangelio de prosperidad:
1. Dios promete la prosperidad en este mundo. Jesús dijo, “Les he dicho todo lo anterior para que en mí tengan paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33 NTV) Opuesta a esta mentira, Jesús prometió que tendríamos tribulación en este mundo. Dios si promete que nunca nos abandonara (Heb. 13:5), que cuidaría de nuestras necesidades (Mateo 6:33), pero no promete cumplir cada uno de nuestros deseos — y esas son buenas noticias. Muchas veces, nuestros propios deseos no se alinean con los de Dios. Y aunque no se nos promete prosperidad aquí en la tierra, tendremos una prosperidad perfecta en el reino con Dios como nuestro tesoro supremo. (Apoc. 21:1–3).
2. Si obedecemos tendremos prosperidad. En Deuteronomio 28, Moisés le dice al pueblo de Israel que si obedecían tendrían abundancia, pero lo que muchos faltan leer es que Dios también le dice a Moisés que el pueblo iba desobedecer y quebrar el pacto que Dios hizo con ellos (Deut. 31:16–18). Enseñar que la obediencia trae la prosperidad de este pasaje es faltar el punto del pasaje por completo. El punto de el pasaje es que la humanidad no puede obedecer, y por lo tanto necesita un nuevo y mejor pacto mediado por Jesús. En este nuevo pacto, “Cristo ya llevó las maldiciones por nuestra desobediencia y nos ganó las bendiciones de la obediencia” (Jerry Bridges, The Disicpline of Grace, p. 9). En este nuevo pacto, también somos empoderados para obedecer por el Espíritu. (Jer. 31:31–34; Ezek. 36:25–27).
Además, si la obediencia siempre conduce a la prosperidad, ¿por qué los hombres y mujeres del Antiguo Testamento, los apóstoles, otros discípulos y el mismo Jesús, que vivieron en perfecta obediencia, sufrieron hambre, pérdida, pobreza e incluso la muerte? Claramente, la obediencia no siempre trae la prosperidad.
3. La prosperidad siempre iguala bendición. “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «Les digo la verdad, es muy difícil que una persona rica entre en el reino del cielo. Lo repito: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios»” (Mateo 19:23–24, NTV).
La prosperidad no siempre es igual a bendición — hasta puede ser barrera para entrar al reino de Dios porque “el amor al dinero es la raíz de toda clase de mal” (1 Tim. 6:10). Es mejor estar contento con lo que tenemos (Filip. 4:11–13; 1 Tim. 6:6–11), con la herencia que tenemos en Cristo (Efes. 1:3–14), y la riqueza que es conocer al Dios vivo a través de su Hijo Jesús (Juan 17:3; Salmo 73:25–26).
El evangelio de la prosperidad promete bendiciones temporales de riqueza. El evangelio bíblico promete bendiciones eternas en Cristo.